No podía ahorrar nada, porque se había echado por esposa una ciempiés; todos los días zapatos.
Buscó sus zapatos hasta la saciedad, cansado tomó el diccionario y encontró, por fin, la acepción que deseaba.
No sabía escribir zapato, pero sabía atar perfectamente los cordones de sus microrrelatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario