martes, 26 de agosto de 2008

Castillo de arena.


Un grupo de niños formaron un precioso castillo de arena en la playa.
El castillo se quedó solo y comenzó a subir la marea.
Impotente y seriamente amenazado, se puso en pié y de espaldas al mar; corrió con pasos de gloria hacia una alta duna.

Capullo fisgón.


Era un capullo, fisgoneando entre la maleza, a una parejita de jóvenes.
Se besaban en un adelantado atardecer, con luna dentro.
Amor y contraluz azabache, sobre fondo suave en carmín morado y gris, de plata poniente…
Del capullo salió una mariposa de colores.

¡Disparad!

Viéndose amenazado por un barco pirata, el capitán ordenó a sus marineros: -¡Disparad!-
-¡Dispara tú!- Le musitaron todos adormecidos.
-¡Despiértense!- exclamó.
-¡Despiértate tú!- Le contestaron, mientras, él seguía soñando con ellos.

Por alusiones.

Ocurrió en un funeral. Uno de los familiares presentes, exclamó despavorido y con voz doliente: -¡¡¡Cómo ha podido suceder!!!-
De pronto se abrió el ataúd y por alusiones, el muerto, le explicó el accidente con todo lujo de detalles.

jueves, 7 de agosto de 2008

El colchón.

No se enamoró de ella, sino de su colchón.
En cuanto la mujer hermosa y sensual, tiró su colchón, él la dejó.
Ahora lo ven frecuentar los suburbios de la ciudad.

¡Fuego fatuo!

Quiso el Juez universal acercarse a la Tierra. Llegó y contempló exhausto, que la sociedad humana, se había convertido en una insolidaria y capitalista mugre.
Tomó pues una cerilla encendida, y reclinando lentamente su mano hacia la tierra convertida en pólvora, sentenció en tono de venganza: -HÁGASE LA LUZ...!-
...Y el planeta en su totalidad, prendió en un gigantesco esbozo de fuego fatuo, al que le siguió una estéril e infinita sombra.

Patética y prebélica.

Era un psicótico y maniático científico, creador de brújulas estáticas, cronómetros elípticos e informática estrambótica.
Un día soltó un engendro robótico sobre la cáscara lunática y al discurrir largo tiempo, la luna romántica y nostálgica se volvió patética y prebélica.

El hombre piedra.

El hombre piedra, nació eructado del interior de un volcán. Su cuerpo se fue puliendo del rodar y rodar, asistido por una corriente de agua que le transportaba desde zonas altas, hacia cotas inferiores.
Su vida fue ciertamente longeva, tuvo que esperar y volver muchísimas veces a las cimas de montañas, asistido por el lento movimiento de la corteza terrestre.
Y su todo, finalmente quedó en una suma de ínfimas partes, espurriadas por toda la geografía.